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viernes, 3 de febrero de 2012

De la cuna a la tumba: reduciendo significativamente nuestra basura.

Foto: "7 days" de Mary-Ann Alberga

Puede ser que la recojan usando contenedores; tal vez el camión pasa por la puerta de tu casa; a lo mejor es tu obligación separarla; puede que al final se incinere o que produzca el gas suficiente para encender el alumbrado público de tu ciudad; a lo mejor por ahí anda una organización que convierte las botellas de vidrio en vitrales, los textiles viejos en ropa nueva o el papel usado en elegantes pliegos de papel reciclado... pero la realidad, aunque muchos la nieguen u oculten, es una: la basura es un gran problema sin solución aún en la mayoría de las ciudades del mundo.

Han inventado cientos (o miles) de estrategias y tecnologías para reciclar, valorizar, quemar, enterrar y nada; no pasa nada, seguimos inundados en basura. 

Pero es que el meollo del asunto no es qué hacer con ella; la clave está en esa antigua estrategia que decía: "reducir en la fuente" pero hay que pensar que la fuente no es sólo nuestra casa, escuela u oficina; la fuente de la basura es donde se crea un objeto que un día ya no servirá más; es decir, en la industria.


Desde hace algunos años muchos países comenzaron a trabajar en el proyecto "Cero basura"; en Latinoamérica quien más ha avanzado es Argentina y Brasil. El proyecto como bien lo dice su nombre se trata de dejar de generar residuos ¿cómo? pues viviendo de acuerdo a la siguiente jerarquía: rechazar, reducir, reusar, reciclar y elaborar composta (5 R's por sus siglas en inglés: refuse, reduce, reuse, recycle and rot)

Del rechazo ya he hablado en el artículo titulado "El Rey de la Basura", del reuso casero y el reciclaje estamos la mayoría bien informados y de lo que tiene que ver con basura orgánica hablé en "Contra el mal olor de la basura".

Pero hay un punto esencial en esta estrategia que es el análisis del ciclo de vida de un producto también conocido como "análisis de la cuna a la tumba". Hoy parece ser que en muchos casos reciclar resulta peor que no hacerlo por el consumo tan alto de energía que esta operación requiere así que reducir la generación de lo que un día será basura cobra aún más importancia.

Voy a poner un ejemplo concreto para que sea más fácil entender de qué se trata todo esto: un fabricante de refrescos decide establecerse en nuestra ciudad; lo idóneo entonces sería que se analizara cuál es la cuna de su producto, cuál será la tumba y qué camino deberán recorrer para llegar allá. Es decir, de dónde tomará el agua que necesita, con qué endulzará el refresco, qué tipo de empleos generará y bajo qué condiciones, que hará con el agua que contamine, con las emisiones que genere y después, que es el tema que hoy nos concierne, qué hará con el envase y cualquier otro empaque una vez que el consumidor se acabe su refrescante bebida. Si no está clara su estrategia, si el ciclo de vida de su producto no es responsable con el ambiente, si su industria no opera bajo las premisas de la sustentabilidad entonces los gobiernos debieran negar el permiso de operación.

Es decir, esto se trata de darle al productor responsabilidad total por la vida y muerte de su producto lo que es además de justo, completamente lógico. Hoy en día muchos productos son como una granada, los fabricantes los lanzan y salen corriendo incluso a esconderse. Nadie después de lanzar una granada repara los daños y barre la zona del estallido a menos de que se le juzgue y condene por este hecho.

Las empresas también deben hacerse responsables por producir bienes duraderos, de fácil reparación, no tóxicos en ninguna de sus etapas de vida o agonía y de bajo grado de obsolescencia. 

Nosotros podemos negarnos a comprar productos exageradamente empacados pero no tenemos control de la basura que se genera durante su fabricación y en ocasiones tampoco tenemos alternativa, siempre habrá un envase vacío por cada litro de leche que bebamos: una botella de vidrio, un "tetra-brick", una bolsa de plástico, algo, siempre habrá algo que tendremos que tirar en alguna especie de bote, cubo o contenedor. Es ahí donde el fabricante debe garantizar que ese envase tendrá una muerte digna y una bella tumba.

Cada día queda más claro que el poder ciudadano mueve montañas y que de forma organizada se puede impulsar una reforma en este sentido en nuestros países, se puede premiar con nuestro consumo a quien haga las cosas bien y se puede castigar con nuestro veto a quien insista en operar de forma irresponsable. 

Si la industria se involucra de forma responsable en este proceso el volumen de nuestra basura reducirá y lo hará drásticamente.

Veo, veo
"The Story of Stuff" ("La historia de las cosas") Si no han viso este gran trabajo háganlo pronto (Localicen el botón CC  para seleccionar el idioma de los subtítulos).




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