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viernes, 20 de enero de 2012

Contra el mal olor de la basura


Cuando era niña un día mi mamá decidió que era momento de separar la basura en dos: orgánica e inorgánica. La actividad además de sumamente novedosa resultó muy confusa para la señora que nos ayudaba en casa así que mi mamá haciendo uso de toda su didáctica le explicó que tenía que poner en cada bote. La señora resumió la lección de forma magistral: "Ya entendí, aquí va la que hiede y aquí la que no hiede".

Y así es, lo que hace que nuestra basura huela a veces terriblemente mal es la fracción orgánica; hecho que siempre uso para motivar a la gente a separar la basura: si apartas la orgánica, el cubo de basura nunca olerá y podrás sacarlo con menos frecuencia. 

El nuevo objetivo es dejar inodoro al ahora debilitado enemigo que es un cubo mucho más pequeño con restos de comida.

La respuesta clásica y evidente a qué hacer con la basura orgánica es una sola palabra: composta (o compost). Sin embargo, para muchos esta es una solución inviable: por falta de espacio, por falta de tiempo y hasta por miedo a  la técnica. 


No hay que desistir tan pronto; si no se tiene un jardín o patio espacioso puede uno hacerse de un bote compostero con lombirces incluidas que harán todo el trabajo sucio y que no necesitan de mayor espacio que un metro cuadrado o menos. Por mucho años yo tuve una gran maceta llena de lombrices rojas californianas (las únicas buenas para hacer composta) que con gusto recibían mis residuos orgánicos todos los días; mi objetivo entonces no era hacer composta; simple y sencillamente eran un triturador orgánico de basura orgánica.

Ya si definitivamente no quieren incursionar en las labores composteras entonces se pueden hacer algunas otras cosas con los restos de comida para evitar que inunden de mal olor nuestras casas y que ensucien todos los residuos que pueden ser reciclados.  Una alternativa es confinarlos en un bote de aluminio o de plástico; debe tener una tapa que cierre perfectamente bien para impedir la salida del olor pero tendremos que hacer un pequeño orificio para que salga el gas (biogas formado por bióxido de carbono y metano) de lo contrario tendremos literalmente una bomba de tiempo. Si quieren pueden poner junto otro bote con agua y conectar ambos con alguna tubería de fabricación casera para que el gas burbujee en el agua; esto ayudará a eliminar el gas carbónico o bióxido de carbono y será una buena aportación a la lucha contra el cambio climático. Cuando los residuos se secan pueden arrojarse a la basura de forma separada.


Una opción más que hace algunos años me enseñó un amigo es tener la bolsa de residuos orgánicos en el congelador o freezer y tirarlos congelados a la basura. Aunque estas dos últimas técnicas no sirven para darle un valor extra a nuestra basura, al menos ahuyentan el mal olor e impiden que se revuelvan con plástico, cartón, papel u otros residuos que pueden ser reciclados.

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