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viernes, 13 de julio de 2012

Basura Cero. El Final.

Imagen tomada de luispita

Después de un par de semanas de receso que use para contarles de Río +20 y que también use para obtener mis conclusiones del experimento "Basura Cero" estoy aquí de vuelta para cerrar, espero con broche de oro, este tema.

Comenzaré con los resultados duros, los que nos dicen mucho en pocos renglones: las cifras. No voy a entrar en un detalle exagerado dando números que nadie recordará; intentaré ser práctica diciendo simple y sencillamente que de cuatro bultos de igual tamaño de basura: uno es basura orgánica, dos corresponden a productos reciclables y el último es la basura con la que no podemos hacer ya nada.

Esto quiere decir que en un esfuerzo de reducción de residuos desde que hacemos nuestras compras, de separación adecuada y de reciclaje (incluida una composta) podemos reducir nuestra basura en un 75% ¡Impresionante! ¿no?  


Sin duda, este es el numero mágico y lo es tanto que cuando la ciudad de San Francisco en California adoptó el programa de Basura Cero, su primera meta fue precisamente reducir en un 75% la cantidad de residuos que eran enviados al relleno sanitario. Su meta fue hacerlo para el 2010 y la buena noticia es que en 2009 alcanzaron y rebasaron esta meta reduciendo 77% los residuos que son enterrados.

Pues en casa estamos alcanzando esta meta; para ellos hemos dejado de consumir muchos productos a causa de su empaque, hemos probado con varias técnicas de composta, mis hijos tienen ahora una caja de "material para crear" llena de lo que otro momento hubiera sido basura, hemos donado parte de esa caja a la escuela de los chicos quienes felices la recibieron para usarle en el taller de arte, nos hemos tomado el tiempo de llevar a los contenedores de reciclaje, no nos olvidamos de cargar siempre bolsas de tela y envases retornables, hemos...¡ufff! hecho muchísimos cambios.

Sería un engaño de mi parte decirles que el esfuerzo de reducción y separación es algo menor; la verdad es que, con los hábitos de empaque, la epidemia de las bolsas de plástico, el hecho de tener que llevar los reciclables a un centro de acopio (en el mejor de los casos) y el acelerado ritmo de vida que hoy tenemos; implementar una política de basura cero en nuestra casa puede convertirse en una tarea mayúscula. 

Con esto no quiero decir que no valga la pena y que les sugiero a todos que ni hagan al esfuerzo; pero sí quiero hacer un llamado de atención a los gobiernos que ni facilitan la reducción, ni promueven el consumo responsable, ni procuran la infraestructura para el reciclaje, ni legislan al respecto, ni prueban siquiera iniciar con esto de la basura cero.

Si estás leyendo este blog muy probablemente eres un ciudadano responsable que separa su basura o que cada día está más convencido de que debe hacerlo sin importar lo que suceda a continuación, pero la mala noticia es que son pocos los ciudadanos así y la mayoría no lo harán si esta tarea representa un esfuerzo grande, un gasto adicional o consumo de tiempo libre.

Enric Pol es un psicólogo ambiental catalán que ha estudiado los modelos de educación ambiental actuales y el éxito o fracaso de los programas de gobierno en materia de responsabilidad medioambiental. Dice Pol algo muy cierto: para que exista una modificación de la conducta ciudadana con miras a alcanzar metas de sustentabilidad, los programas deben incidir: de manera racional, de forma emotiva, a través de la influencia social y garantizando la funcionalidad. 

Es decir, un programa orientado a reducir y separar basura debe estar diseñado de tal forma que sea completamente lógico y coherente (a prueba del raciocinio más escrupuloso) si el ciudadano separa, el gobierno debe recoger los residuos respetando esta tarea. El programa o campaña debe generar emociones, desde mi punto de vista, preferentemente positivas como motivación o emoción aunque hay educadores ambientales que prefieren generar culpa; en algunas ciudades europeas te premian con boletos de cine por entregar tus residuos separados; en Curitiba, Brasil entregan vales de transporte a las personas que llevan su basura separada al contenedor en las áreas donde no pasa el camión recolector. Por supuesto debe actuar a través de normas, de leyes y de líderes sociales (como decía aquella canción de The Soca Boys que ponían en todas las bodas "follow the leader, leader..."), la publicidad puede estar en manos de figuras públicas queridas, los líderes de cada zona (llámese consejeros, jefes de manzana, representantes de barrio) deben convencerse del programa y promoverlo. Por último, debe ser funcional, la logística debe ser simple y el ciudadano común debe poder incorporar las nuevas tareas sin mayor problema a su rutina cotidiana.

Basura Cero no es una utopía pero si es un largo camino en el que deben participar y sobretodo ceder de igual forma: el ciudadano, el gobernante, el fabricante, el maestro, el empresario, el recolector, el publicista. Por el momento, mientras la ola "cero" llega a nuestra ciudad podemos comenzar a ceder a ojos cerrados reduciendo y separando nuestra basura, es lo que nos toca y si los demás no hacen los suyo... ya les llegará su momento (o que el pueblo se los demande).


1 comentario:

  1. Sofía, coincido contigo en que esta forma de vida no es nada fácil porque tenemos conductas aprendidas desde antes de nacer, pero también coincido con el psicólogo en que la modificación de conducta va aunada a un sentimiento que sería de satisfacción en este caso, de saberse útil para sí mismo y para los demás. Bien por ti y sobre todo por mis nietos que viven ya de esta manera!!!

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